18/2/15

CURSO 2015 - 1er SEMESTRE


ESPACIO POSURBANO
Crónicas recientes del extrarradio

La ciudad de Montevideo es escenario de un singular proceso de expansión de sus límites que, tal como se sabe, no viene acompañado de aumento de población. Esta extensión es tensionada por un impulso y un freno: la determinación de nuevos sectores suburbanos o potencialmente transformables en suburbanos, definidas por las Directrices Departamentales de 2012, estimula esa expansión, mientras el Plan de Ordenamiento [desde 1998] hace énfasis en evitar el crecimiento de la mancha urbana.

La cuestión que está por detrás de esta aparente contradicción, es el acelerado proceso de conformación de los denominados espacios posurbanos. Tal como menciona David Harvey “el espacio sólo puede ser conquistado mediante la producción de espacio”, o dicho de otro modo, las localizaciones de enclave que hoy perforan los territorios, no son otra cosa que la avanzada del sistema sobre un territorio a explotar, en una época de aceleración de los negocios.


En consonancia con la apertura de nuevos negocios y la aceleración en el traslado de mercancías, que acontece en todo el mundo global y que está transformando nuestro territorio, Montevideo se ha constituido en un nodo relevante de la red regional, la nacional y algunas mundiales. Así las actividades de logística, servicios globales, distribución y acopio de artefactos y bienes de consumo, etc., aumentan sus requerimientos de espacio y su escala. 

La explosiva actividad agroexportadora [soja, sorgo, trigo, etc.], la producción de partes para cadenas de producción globales, el armado y montaje de elementos manufacturados hechos de piezas que provienen de diversas regiones del mundo, generan grandes artefactos a manera de contenedores neutros, que se acumulan sin cesar sobre las grandes vías de comunicación. Adicionalmente los enormes enclaves de actividades de servicios, se aíslan en suelos baratos, mientras puedan asegurarse una buena conexión vial.

Esta yuxtaposición de fragmentos hiperespecíficos sin solución de continuidad, ha hecho surgir espacios novedosos, donde la experiencia de la ciudad y de los territorios se ha modificado sustancialmente. Ha quedado relegada así la tradicional condición de urbanidad, dando paso a un sinfín de situaciones, que se describen en la jerga urbanística haciendo uso del prefijo des: desterritorialización, descentramiento, desarticulación, desmembramiento, desregulación, etc. Todos estos conceptos aluden a la desaparición de algunas condiciones, que la gradual conformación de la ciudad moderna, encarnó sobre la cultura humana.

Aquel espacio urbano, lugar del acontecer cotidiano de la vida ciudadana, construido y reinventado constantemente como producto cultural, derivado de una práctica social específica, va dejando lugar a nuevos procesos y fenómenos. Este nuevo espacio posurbano, también un producto propio de su época -la actual- parece carecer de una práctica social colectiva y obedecer en su conformación a los impulsos de las empresas y corporaciones sin otra incidencia de la autoridad planificadora, que la habilitación de más y más sectores de implantación.

Los nuevos sitios así instaurados resultan espacios arreferenciales, y la experiencia de su recorrida produce un extrañamiento singular. De aspecto difuso y complejo, producto de la evolución de los mecanismos de las redes productivas y las lógicas globales, aparecen como parches inconexos que responden a las lógicas de la acumulación dictada por modelos meramente técnicos y fabulosamente desmesurados. Sin una visible forma de organización, que no sea la de la pura conveniencia y la más dura racionalidad. Y con una alta volatilidad en la medida que dependen de la rentabilidad, pudiendo dejar a su paso enormes infraestructuras en desuso y sectores abandonados.


Las escalas y los tiempos de su aparición resultan generalmente excesivas: enormidad e instantaneidad a la vez. Mientras tanto, la desconexión entre operaciones, remite a un tipo de orden imposible de ser percibido desde la óptica de aquel ciudadano, que se orientaba interpretando el sentido de la urbanidad tradicional. En muy breves períodos de tiempo surgen galpones y playas de maniobra monumentales, en zonas donde antes no había más que pequeñas chacras producitvas o suelos casi abandonados.


El Anillo Colector Vial Perimetral de Montevideo [ACVP] constituye el sitio donde estas transformaciones vienen aconteciendo casi instantáneamente. Grandes áreas de logística y enormes galpones para actividades múltiples se acomodan sucesivamente enganchados a lo largo de su recorrido. Desde Zonamérica hasta enormes pozos de extraccíón mineral, pasando por todo tipo de galpones y explanadas de exhibición de mercancías…. Esto da como resultado unos 27 km. de cinta de hormigón dispuesta sobre el verde que conecta una serie de artefactos netamente posurbanos. Y que atraviesa las rutas más relevantes de salida y llegada a la capital: 5, 6, 7, 8, 101, Interbalnearia y Giannatassio. Constituyéndose en una vía de conexión incomparable y un atractor de localización único.

A la vez, el ACVP se manifiesta como un nuevo límite, esta vez relativamente alejado de la trama urbana que se convierte en atractivo para la localización de quienes se constituyen en fuerza de trabajo para las nuevas actividades. Una vez más la inevitable conurbación parece destinada a aparecer. 

Mientras tanto, algunos grupos sociales e interesados en el mantenimiento de las particulares condiciones del Montevideo Rural se oponen a la ineluctable transformación que acontece. Estas voces polarizan la discusión e intentan conservar un ámbito de calma productiva: viñedos, casas quinta, huertas, etc., que van paulatinamente desapareciendo por impulso del incremento del valor del suelo.


El desafío, obviamente, no consiste en intentar reconstruir la urbanidad tradicional a partir de negar lo nuevo, lo cual constituiría una visión retrógrada por excelencia. Tampoco meramente exaltar las condiciones de lo fugitivo, lo transitorio y lo vacío de la condición contemporánea, preconizando la pérdida de lo urbano. La cuestión del debate parece ser encontrar un modo nuevo de urbanidad, adecuado a nuestro sentir y a nuestras prácticas. En definitiva construir una nueva relación entre cultura y ciudad, adecuada a nuestros tiempos…

La lógica de la implantación dura de actividades y sus gigantescas construcciones materiales, debería ser mediada por mecanismos que permitan ordenar y orientar la convivencia de lo nuevo con las localizaciones urbanas y naturales existentes.

Sin embargo:
¿Qué otra cosa crea el espacio y lo determina más que las infraestructuras?
¿Cómo es posible enfrentarse a procesos globales de enorme escala, planificando solamente el sitio donde éstos tocan el suelo?
¿Cómo pueden mediarse los conflictos que surgen entre los nuevos emprendimientos y el territorio existente?
¿Es posible seguir pensando que el territorio es una superficie isótropa y homogénea que puede recibir cualquier actividad de cualquier manera?
¿Y que las decisiones las deben tomar los intereses privados a partir de su conveniencia?

El curso de Anteproyecto IV 2015, propone reflexionar en el primer semestre sobre estas cuestiones, realizando una propuesta para un fragmento del Anillo Colector Vial Perimetral de Montevideo y sus problemáticas emergentes.



[1] David Harvey: “La condición de la posmodernidad. Investigaciones sobre los orígenes del cambio cultural”, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1998.

No hay comentarios: